Él, llega como si llevase prisa, está acostumbrado a llegar tarde. Estira los brazos hacia ella, la acoge con un achuchón, de esos de invierno, que lastima en las costillas, besa su frente, huele su pelo y luego la mira, y sin intercalar dos silencios más, ya le ha dicho: "me alegra que estés aquí"





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