Aquí dentro, en un bullicioso silencio, viven mil ideas, que si traspasasen la piel, harían hervir el aceite de tu coche a cinco grados bajo cero.

Pero no existe la osmosis entre aquí dentro y la realidad, no se leería, entonces, lo que te escribo en los cristales.

Y ahora sé que ya tomo las curvas sin precaución y es que no me asusta salir  despedida y rodar por tu espalda, disfrutar de cada vuelta de campana, aunque nos falte espacio y se rompan los cristales, se enciendan todas las luces y no encuentres tus vaqueros.

Que yo, seguiré intentando transformar mis giros en movimientos de translación, que sé como funciona el sistema biela-manivela, que yo lo he visto por ahí...