En otro abril de un nivel anterior. Él ponía sus manos sobre sus ojos y le susurraba que los cerrase; y ella cerraba el uno mientras abría el otro y levantaba las cejas y fruncía el ceño y acababa despojándose de sus manos, sus abrazos y su capacidad para apaciguarla.

Este abril de otro nivel, superior. Ella se acuesta arropada por su mantita, la de ellos, cierra los ojos y juega a ver si se encuentran: ella y sus caracoles, sus manos, su mirada, sus abrazos y sus besos desperdigados. Él, ya la apacigua hasta en las distancias menos cortas.