Yo no me acuerdo. Me cuentan y me han contando.

Entonces pienso que me acuerdo pero no.

Yo no sé como nací ni cómo era de pequeña, no recuerdo si mi primer recuerdo es porque he visto fotos o porque está ahí, en el subconsciente, el ello que diría mi nuevo amigo Freud. No lo sé.

Sé que recuerdo cosas… que no tienen foto, ni que nadie me ha contado, entonces…sé que me acuerdo. Pero, extrañamente en mí, no les pongo fecha, no hay hoja en el calendario, si quiera recuerdo como era yo por aquel entonces.

Si algo sé, mi yo sabe según Freud, es que estaba moviéndome, empujándome, dándome todas las razones y más para seguir corriendo, moviéndome y ni apoyando los pies al caminar para no parar; y también estoy segura de que estaría hablando, mucho, quizás demasiado. Siempre lo he hecho, mal incluso cuando era pequeña, ya lo he dicho treintaiseis veces, que diría él, no Freud, sino Él, pero mi cerebro procesaba más rápido las palabras de lo que mi lengua las lanzaba al aire, por lo cual, se me entendía poco. Aún es hoy el día que no sólo hablo demasiado rápido, sino que se me entiende poco, pero eso, ahora es una estrategia personal.

Entonces, mis primeros “verdaderos” recuerdos están envueltos en movimiento y palabras, mi esencia está ahí. 
Yo no sé si ellos me llevan o yo los llevo a ellos, pero sin movimiento y palabras no me defino, no me encuentro en mi historia.

Creo que estoy perdiendo algo, y es a mí.