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Se ha roto.                      Cayó.                     Ha tocado fondo.


aunque no en ese orden, pero si con esa intensidad







En el reverso de un aviso de despido,
allí se ha quedado mi último intento.







Y ya no leo por las noches, ni busco palabras bonitas, he roto con la rutina que repelía la distancia.
Y es que, es tu presencia la que ahora retumba, sin dejar que me concentre como antes, en la letanía de mis letras.

Ya lo decía aquella niebla de otro octubre,
calan profundo las cercanías.





Y aún es hoy el día en que no encuentro explicación para que en mi metro setenta y tan poquito
entren las kilométricas ganas que te guardo de distancia de lunes a viernes sin puentes incluídos.






Quizás no sólo sea cuestión de prioridades, e influyan las falsas apariencias;
cómo cuando me perdí, y resulta que sólo me había equivocado de pronombre.








Cada domingo, como la luna, una versión diferente de la misma estrella.
Unas veces más brillante y más llena; las otras, menos visible y menos firme.




La teoría decía que la clave está en no acostumbrarse,
la práctica siempre resulta, rematadamente, mal.