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Estimados pasajeros,


He perdido la capacidad de hilar palabras, ya no encuentro letras que unir que expliquen la dulzura de sus manos, ya no hay comas que expliquen sus susurros heroicos, ya no hay exclamaciones que hablen de nuestros momentos mejor que el cuerpo a cuerpo, los acentos ya no cuentan las canciones que nos nombran, los interrogantes ya no son deseos sino realidades, los números ya no llegan para cifrar lo que se siente, ya sólo quedan suspensivos, como miguitas de pan que indican que todavía quedan aventuras que vivir, intentando navegar en sus ojos color azul horizonte.


Se me ha olvidado como escribir(nos) mejor que vivirnos,

todo lo demás, lo recuerdo bien.



                                             Suya,

                                                 









De todas mis indignas preposiciones,
sólo se libra una proposición: sin.



Sobre tus mejores versos consentidos,
he escrito yo,  mejores besos sin sentido.



Dijo Aristóteles que el cerebro enfría las pasiones del corazón;
y aún así, yo te pienso en caliente.







Quizás sea de mujer fatal cobarde,
pero una vez más, pintalabios difuminado.

.





Inconformista de vicio y oficio, vende precipicio sin desembalar.
Abstenerse domadores de erizos.





Princesa cambia castillo con reloj de sol por cama fría sin almohada para este verano.
Abstenerse principitos y sapos.





Sus manos, solsticio de verano en pleno invierno;
las suyas, tan frías como la primera noche de Noviembre.







Quizás sea uno de "esos momentos"
que se ha pagado algo más de la cuerda.
Habrá que alargar la cuenta.







Cuando se apagan todas las luces y el corazón,
y no quedan palabras silenciadas para gritar,
no sirven los gestos que no llegaron a tocar,
no cuentan los planes para otro día que no llegó,
ni las excusas que nunca hicieron falta por defecto.


Cuando todo se queda en silencio  y sin suspiros,
cuando recuerdas todos los subjuntivos  en pasado,
y te reprochas los imperativos en tercera persona,
exprimes las sonrisas disimuladas por exceso
y las miradas apartadas por delatar otra verdad.

Cuando aparece otro mundo en tu habitación,
todo lo que surge es paralelo a lo que fue,
la vida en serie se convierte en una ausencia;
las alternativas, se quedan al otro lado del espejo del parabrisas,
y todo se va haciendo más pequeño menos inmenso.

Cuando el día a día roba minutos a los segundos y no llegan,
poco a poco cada uno somos más nosotros,
y después de antes, no se imaginan más posibles;
entonces, las frases en papel no queman, duelen,
los trenes ya no pasan, se paran.






Hoy, mientras me pintaba las uñas de los dedos corazones de mis pies, 
he pensado que los aviones no tienen espejos retrovisores

será que en el cielo ya no se necesita hechar la vista atrás.






Y aunque todavía no sepa psicoanalizar a la gente,
hay cosas, que saltan a la vista, 


aunque sea hipermetropiática y astigmatismótica.









Debe ser algo así como la velocidad, la oscuridad, incluso la tan repetida motivación del último mes y medio, que son como constructos hipotéticos, que no se pueden ver más que por el movimiento de los cuerpos, la falta de luz, incluso porque llego y tengo ganas, o las hago, o las encuentro. O simplemente, adelanto mis partidas y retraso mis llegadas.


Puntualmente.