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Octubre, por favor, no defraudes: 
vuelve a ser mi novela de Kerouac bajo la lluvia.





Ojalá que los otoños siempre sean nuestros, que nos sigamos rescatando,

que me cojas de la mano mientras recorro las vías del tren;
y más tarde, la vía láctea.








Y de nuevo, otoño, donde triunfa la vocal que no cerraste sobre mi ombligo; con más noches y sus propios retos, con el calor de la mantita con un cielo de corazones y aromas a nuevos cafés abandonados por viejos deseos, esta vez, menos reprimidos, a flor de piel, primavera de caracoles sobre tu pecho en pleno equinoccio de otoño.

Y es que, es así, tengo tu recuerdo bien aferrado a los primeros fríos, a esta estación de llegadas, a las primeras lluvias y a su sonido sobre un capó mojado. Probablemente, se nos queden pequeños todos los otoños para tanta expectativa, tantos sueños para compartir, tantos cafés en los que contarte cómo me gusta la forma en que consigues colarte cada día entre las más dulces preferencias y perversas prioridades de esta cabeza rubia.

Y es que, cierro los ojos, te veo ahí, tan nítido, sonriéndome, con tu mirada sobre mi, y no se me ocurre mejor lugar para supervivir, que este próximo otoño, contigo, por lo pronto... hasta que llegue el tiempo del jazz.






Yo inventaré nuevosdiferentes otoños para ti, 

tu llévame cerca, sin irnos lejos, a tu lado.





Y por última vez aquel Julio con vísperas a Noviembre, 
les abrió la puerta y les invitó a gritarse los silencios afuera.



Otoño




Fue en esta estación cuando cogimos el primer tren
Y esta misma nueva estación desnudará los árboles que vimos con frío el pasado invierno, que vimos florecer en primavera y que nos dieron sombra este verano que despediste ayer con veinte minutos de retraso sobre la hora prevista de llegada


Yo también quiero ser otoño para ti, renovar nuestras excusas, desnudarnos de todo aquello que no sea necesario para llegar a la siguiente estación


Y como los días son más cortos, 
robémosle minutos a las noches...