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No te querría tanto
- y lo intuyes -
sino fuese yo quien tratase de besarte a través de la efímera cercanía de unos prismáticos.






Cada instante, ha sido una pieza más de un puzzle tan nuestro como el ADN,
somos esos momentos, los otros, los de después y los de tal vez...






A Marte observando desde lejos,
el escenario perfecto para mejorar nuestra evolución.



Tercer cuarto del partido,


Antes, mis miedos te pedían pasos, y ahora haces triples en mis recovecos.

Yo prometo no perder, tu procura dejarte ganar.

Tu turno.






Probablemente a mayor velocidad no hubiesemos llegado mucho más lejos,
tampoco, filtrado todas esas caricias a infinidad de profundidades.





Y la estrategia siempre ha sido dormirme cada noche sobre recuerdos usados, esparcidos sobre mi almohada a traición, 
para asegurarme así, que lo primero que sintiese al despertarme fuesen  tus intenciones escritas en minúsculas sobre mis ganas. 
No deja de ser todo un detalle, por mi parte, dormir contigo en la distancia,
quizás sólo sea cuestión de tiempo que volvamos a perder los mapas bajo otras sábanas.





Y ahí las tienes, mis manos. 
y ahí los sientes, mis labios.

Y si, antes de recorrerte con ellos, necesité tiempo para hacerlo mil veces y una más con mi mirada. Tardé en comprender tu concepto de "dejarse llevar" y tu forma indeterminada de improvisación. Tardé en adaptarme a la definición implícita de par, incluso mucho, a la sincronía del dos y al ensayo de unión. 

Necesité millones de millones de miles de cientos de años luz de tiempo, y tu, esperaste, sencillamente esperaste, con tu elástica paciencia y tranquilizadora y ansiolítica sonrisa. 

Necesité billones de besos, cientos de miles de silencios y sus décimas, tardé lo mío y lo mucho más en aniquilar las barreras que limitaban mis instintos. Y tu, escuchaste todas mis palabras sin más fundamento que mi amor propio, supiste entender mi manera de perder el mientras y ganar el durante, y entre tanto tenemos tiempo permanente, atrás, garantizando un futuro, o al menos, algún día más.

Tenemos millones de años luz transformados en segundos,
ahora solo queda, pensar como invertirlos,
y seguir ganando más.






Hace unos meses, yo aún negaba con el corazón y asentía con la cabeza.
Tú, en cambio, tampoco saltabas de tejado en tejado.


Tal vez, otro día.  Tu no te quedes tras el cristal, ni yo salga con las llaves en la mano.


Otro día, y ya van más.








Porque ya no son aquellos dos que necesitaron ir a la Habana
para saber lo que es perderse una noche esperando un tren, 
convirtiendo en rutina la excusa de dejarlo pasar.








En otro abril de un nivel anterior. Él ponía sus manos sobre sus ojos y le susurraba que los cerrase; y ella cerraba el uno mientras abría el otro y levantaba las cejas y fruncía el ceño y acababa despojándose de sus manos, sus abrazos y su capacidad para apaciguarla.

Este abril de otro nivel, superior. Ella se acuesta arropada por su mantita, la de ellos, cierra los ojos y juega a ver si se encuentran: ella y sus caracoles, sus manos, su mirada, sus abrazos y sus besos desperdigados. Él, ya la apacigua hasta en las distancias menos cortas.








El uno, la gota que se desparrama una vez que se ha llenado el vaso. 
El otro, nada hasta en los charcos.







El uno, a base de aceleraciones cardíacas
el otro, untándolo todo con palabras.








Sin prisas pero con causa. Y es que sigo teniendo un único propósito en la vida y nadie ha sido aún capaz de más para cambiármelo. Y no me preocupa el 12, que al fin y al cabo es mi número a al asverni , me preocupa más el 11, porque la armadura no entra como equipaje de mano y no quería llevar maleta. Con risas pero sin pausa.

                     Punto y amarte, con A inicial y con "p" en lugar de "m"