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Y así fue que A reconoció a la que podría ser B o C pero que resultó ser ella. Y es que desde el día D, el de hace ya unos años, el de aquel primer tatuaje que no lleva ni la E, ni la F ni G, ni mucho menos la H, pero fue como el punto de la I.

Y es que ni las mejores historias de JK Rowling, incluirían tanta magia como la que desde aquel día, como la desde aquel otro día. Podría enmarcarse en una foto que mantuviese la L en el enfoque, porque M de mucho sería poco, y N de nada podría superarlo. Y es que vieñen la Ñ y la O y sólo se le ocurre pensar que no la cerraste aquella tarde sobre su barriga y que todavía sigue, declarándole su amor sin "cerrar". Porque no hay lógica, ni P entonces Q, que explique que después de la R, la inicial de como la llama, está la S, la inicial de su verdadero nombre.

Y podría decirle cinco letras más, empezando por T, pero eso a ella no le gusta, le sabe a final como esa retahíla de U, V, W, X, i griega Y Z. Y todavía tiene dudas, todavía tiene miedos.