El tren de las cinco menos diez
Y acabó por comprarse un reloj de cuerda,
que acercaba al oído para escucharle las tripas al tiempo,
y olvidarse así, de la soberbia que la asfixiaba en esos días sin interrupciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Entrada más reciente
Entrada antigua
Inicio
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario