Ha llovido. Es fantástico.
Hoy he mirado las nubes, dos veces, no lo encontré, será que siempre ando con la cabeza en la tierra.
Se hizo de noche a las seis y escasos minutos. Es fantástico, aún sin él.
He mirado la noche, no he podido identificar ninguna de las estrellas que me enseñó: ni la estrella polar, ni el carro ni las maravillosas Pléyades, a lo mejor, es que aún anda Venus por ahí.
Da igual, mañana volverá llover y seguirá siendo fantástico.
Es el mismo cielo, pero sé, que las pocas veces que lo he mirado sin miedo a nada, estaba aquí, o allí, conmigo.
Y fue fantástico.