A mi también me gusta que me digan guapa, preciosa o incluso, cachonda. Me gusta que me digan que tengo un pelo bonito, que no sepan precisar su color, que lo aclaren diciéndome rubia. Me gusta que me miren de forma lasciva, dejando caer la mirada con el instinto. Me gusta escuchar confesiones, que me cuenten, que me confien y como quien no quiere la cosa que despierten mi interés por su persona. Me gusta que me conquisten la imaginación, que capten el interés de mis pensamientos subliminares. Me gusta que me abracen, que retiren mi pelo para ver mi cara, que me sigan la mirada, y que con un guiño me inviten a jugar. Me gusta que me sorprendan, que me susurren, que me sonrían. Me gusta sentirme princesa, sorprendida por los detalles más insignificantes, que al final, son los que tienen importancia. Me gusta sentirme importante, cuidada, protegida. Me gusta que se preocupen por mí, que mi persona sea necesaria y cambie la vida de otros.
Ya no es que me guste, es que lo necesito.